CONFIANZA PARA PRINCIPIANTES

18.04.2015 18:33

Hay un empecinamiento muy humano, una idea más fija que los clavos de Cristo, una condición innegociable a la hora de establecer relaciones con el resto, sobre todo de llenarnos la boca con ello como si fuera nutella, un valor indispensable del que luego pues no es pa tanto oye, claro, no vaya a ser que tengamos la oportunidad de sentirnos en paz y eso es aceite hirviendo en los ojos, como decía, una estructura férrea sobre la que construir todo aquello que nos encanta derribar a propósito de cualquier capricho, o puntazo, o porque sí o ¿por qué no?: La confianza.

Es Chopin en mis oídos escuchar a la gente cuando la enumera entre sus 3 principios sentimentales imprescindibles y dicen casi cantando: Yo sin confianza no puedo estar con alguien.

Qué cosa más bonita, qué precioso, que melodía armoniosa de fondo con flores primaverales y altas danzando dulcemente al ritmo de un viento suave. El mundo es un lugar lleno de gente bienintencionada, todos quieren confiarse y confiar, somos débiles señor, pero puros de corazón, así que entreguémonos y dejemos ser al prójimo, porque él sólo anhela lo mismo que yo: Confiar.

Y 3 cagarras para todos y para mí 4 y un palillo.

No hay nada mejor que una idílica paranoia con patas. Como gusta, qué rápido pasa todo.

Cuando confías en alguien puedes estar más a lo tuyo, ese tuyo infecto y soñador, podrido y brillante, sensato y como una cabra, y tienes tiempo y por tanto energía de sobra para buscar la jodida manera de pasarlo bien, las puñeteras cosas que quieres hacer y que te gustan, ser algo productiva y no una araña de polvo colgada, enriquecerte con otros estímulos y no estar en coma como un medio limón reseco al fondo de la nevera, sentirte equilibrada y no más turbia que en una resaca de Anís con Fray Angelico, mojitos Diablo y licor de melocotón, satisfecha, segura, serena, y entonces hay menos razón para juzgar constantemente a los demás, envidiarlos, odiarlos...

...Y todo esto, la verdad, da mucha pereza, aburre muchísimo sólo de pensarlo. Vamos que lo estoy pensando y ya Satanás. Se aparece como una monótona montaña de esas que escalan los cumbayás y cuya cima es inalcanzable y está llena de banderas de otros. Que puto coñazo estar pensando la mayor parte del tiempo en ti misma y el modo de hacer realidad tus anhelos, enfrentarte a tus dudas, demonios y fantasmas y toda la tropa de Monstruos S.A., tener un montón de tiempo para ti y pasear sin parar por tus catacumbas, como si el poco del que disponemos no se nos estuviera haciendo suficientemente largo e infernal. Pudiendo olvidarte de quién eres y qué coño haces en este mundo. ¿Me lo vas a comparar?

Cuando tienes confianza no tienes la necesidad, ansiedad y obsesión de espiar al otro, de pensar constantemente lo que estará haciendo, o por qué dijo aquello ayer, o por qué estuvo o no estuvo a tal hora, o por qué luego trajo esa cara, o qué quiso decir con aquel extraño silencio ante aquella pregunta, o por qué es incapaz de planificar nada, por qué se mueve según da el viento, o por qué no llamó cuando dijo que lo iba a hacer, o por qué no descolgó cuando en principio no tenía nada que hacer, o por qué está en línea a tal hora cuando se supone que está trabajando, o por qué coño se lleva el móvil al baño o le quita el volumen, o lo mira constantemente como quien no quiere la cosa o…

No hay color vamos, se ve cristalino: cuando desconfías de alguien tu existencia se vuelve adrenalítica y entretenida a más no poder. Es una gozada eso de estar todo el día con el ay en el cuerpo y haciendo cábalas, recabando pistas y componiendo puzzles, sentirte en un thriller lleno de cuervos, a oscuras y acechada por una amenaza constante, y lo mejor: la vida va pasando, que de eso se trata, de consumirla sin razón y sin objetivo, cual cigarro después del café. Una se olvida de sus propias preguntas y por tanto pa qué entretenerse en buscar respuestas que me lleven a otras preguntas y éstas otras respuestas, y ¿qué me estás contando? ¿así siempre? Y un zuruyo de perro.

Que sí, que quieres a alguien en quién confiar, y eso me recuerda que he de ganarme esa confianza y hasta ahí chuli, pero cuando haya conseguido el premio, ¿qué? ¿Qué hago con esa estabilidad? Llámalo si quieres asco puto, llámalo si quieres agujero abismal. ¿Encargarme de mí misma? ¿Preocuparme de saber qué quiero? ¿Y si lo que quiero no lo quiero? Uf, que pastelazo de chorizo de buena mañana. Vamos, es que lo estoy diciendo y ya sarpullido en la boca.

Anda quita y ponme un kilo de desconocido altamente inestable que esto va para largo y me come el tedio.

Ale, a depender emocionalmente.